Estudios de la universidad Liverpool indica que va en aumento el riesgo de contraer cáncer por efecto de la contaminación ambiental; indica que el elemento más dañino son los llamados organoclorinos, los cuales se encuentran en los pesticidas de las cosechas y en los plásticos.
Los Organoclorinos no desaparecen y recorren grandes distancias aumentándose en la cadena alimenticia; tienen propiedades que dañan el sistema endocrino, a través del aire y del agua. Los humanos estamos expuestos a través de los alimentos; los niños les llegan las dioxinas, un derivado de los organoclorinos, a través de lo que comen; y a los fetos a través de la placenta y del cordón umbilical de sus madres, así como de la leche materna.
La contaminación ambiental en los grandes centros urbanos incrementa el riesgo de morir de cáncer pulmonar en una medida similar a la convivencia con el fumador; el riesgo proviene de las llamadas partículas finas relacionadas con la combustión: el hollín emitido por automotores, las usinas a carbón y las fábricas.
Investigación de la revista inglesa "Epidemiology and Community Health" comprendió el estudio de las condiciones ambientales en las que vivieron 22.500 niños que murieron de cáncer en Gran Bretaña entre 1955 y 1980. Ese análisis indicó que la mayoría de los niños tuvo algún contacto o relación con grandes centros de emisión de contaminantes como el monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, butadiene, dioxinas, benzopireno y compuestos orgánicos.
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